jueves, 21 de agosto de 2008

Cambios, cambios.

Mis querid@s tod@s.

Cambiamos. O evolucionamos, según se mire. Nuestra forma de pensar, nuestros sentimientos, nuestro cuerpo... cambian a lo largo del tiempo.

Lo que una vez nos creímos incapaces de hacer, por falta de atrevimiento o de recursos, hoy lo ejecutamos de la forma más natural. Lo que antes hacíamos sin ningún tipo de temor, hoy lo examinamos al mínimo detalle y analizamos todas las posibilidades hasta asegurarnos de que existe una probabilidad suficientemente alta de éxito. Nuestro cuerpo, antes esbelto y fibrado, es hoy víctima de la gravedad, del maltrato o del descuido.

Obviamente, la edad hace que los cambios se produzcan. A la edad la acompañan los engaños y desengaños, las buenas y malas experiencias, el más amplio conocimiento de las personas que nos rodean, el aprendizaje en general. Aprendemos a temer ciertas cosas y a plantarle cara a otras cuando en el pasado todo estaba boca abajo.

Y está claro que la cobardía no lleva a ninguna parte. La suerte es para los valientes, como decía no sé qué filósofo o pensador. Así que hay que enfrentarse a lo que nos da miedo y arriesgarse, quien no se arriesga no gana nunca nada.

Desde hace algún tiempo, y más desde que estoy solo, me doy cuenta de que soy capaz de hacer o decir cosas que en otra época no hubiera podido hacer o decir. Y, como me dijo una vez mi amiga M., hay que probarlo todo en esta vida. Naturalmente no debe ser uno un loco que no tome las precauciones debidas; para probar cosas hay que correr algún riesgo pero no está de más protegerse ante posibles daños, si es que las protecciones están a tu alcance.

Así que últimamente me he decidido a probar y descubrir y la verdad es que me he sorprendido a mi mismo de lo que soy capaz de hacer. Cosas que años atrás se me habían pasado por la cabeza pero se quedaban ahí, en mi cabeza, sin que llegaran a realizarse nunca. No os asustéis, no he hecho nada malo ni que pueda perjudicar mi salud o la de otros, ya sabéis que soy muy prudente.

Os iré informando en mis próximos posts; a pesar de poner mi valentía a toda máquina para conseguir algo, soy un nen dolent sense sort y así me va. He puesto toda la carne en el asador y lo único que he conseguido son fracasos, uno detrás de otro, produciendo, eso sí, situaciones a veces dramáticas y a veces divertidas, seréis vosotros los que lo juzgaréis.

Salut i força al canut.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La suerte llega sólo para los vagos, a los descuidados, a los que no se implican ni trabajan, pero es fugaz; la auténtica suerte, ser receptores de la bondad de las cosas, situaciones, gente...ésa, es sólo para quienes con tenacidad VIVEN, son valientes, se encuentran con la realidad y la afrontan. Y ésa, es la que yo te auguro.
Besos corazón.